Resúmenes de tesis doctorales
Andrés el Capellán: dialéctica y juego en el amor. Resumen de Tesis de doctorado en Filosofía de Nicolás José Martínez Sáez
Directora: Susana B. Violante
Codirector: Santiago Disalvo
Fecha de defensa: 04-11-2021
Andrés el Capellán fue un clérigo de la corte capeta del siglo XII francés que convive con el ascenso de un tipo de poesía amatoria modernamente referida con la expresión de “amor cortés”. Este tipo de amor es el de los caballeros que intentan conquistar a las damas casadas que han quedado solas en las cortes mientras sus maridos, los señores feudales, se encuentran dedicados a la guerra. Sin embargo, el Capellán no solamente está atravesado por el amor cortesano sino también por la difusión de los cantos marianos, que resultan ser una especie de alternativa y respuesta cristiana frente al, muchas veces presentado, profano amor cortés. Finalmente, el pensamiento del Capellán es deudor de un tiempo de disputas entre, por un lado, la filosofía o la dialéctica entendida como el arte de diferenciar lo verdadero de lo falso y, por otro lado, la fe. En el siglo XII, el desarrollo de la dialéctica es consecuencia del ingreso paulatino de los saberes greco-árabes, en particular los tratados lógicos de Aristóteles, en el Occidente latino. Esta situación dará nacimiento a un nuevo género filosófico, el de la summa, donde se elaboran tesis, objeciones y conclusiones que van estructurando y organizando sistemáticamente un determinado saber.
A finales del siglo XII, Andrés el Capellán escribe De amore, un tratado dirigido a un inexperto amigo Gualterio. La obra es tanto un arte que, a través de razonamientos lógicos, pretende dominar el sufrimiento [passio] del amor humano como un tratado científico con definiciones, etimologías y otros elementos que se organizan en modo misceláneo en una temprana summa. De amore consta de tres libros de extensión dispar. El libro primero, el más extenso de todos, aborda cuestiones sobre la definición del amor, su origen etimológico y sus efectos, distingue y analiza entre quienes puede existir el amor y cómo obtenerlo; aquí se despliega una serie de largos diálogos entre personas de distintos órdenes sociales que corresponden a la plebe, la nobleza y los clérigos. Luego, el Capellán aborda el amor de los clérigos y de las religiosas, el amor adquirido a cambio de dinero, el amor que se entrega demasiado fácil, el amor de las campesinas y el amor de las prostitutas. El libro segundo explica cómo conservar el amor ya alcanzado, cómo incrementarlo, cómo estar atento a su disminución y a su muerte. También trata la cuestión del amor compartido y la fidelidad. Aquí aparecen los veintiún juicios de las altas damas medievales y se relata una breve novela de tema arturiano, donde se explicitan las treinta y una reglas de amor. El libro tercero, el más breve, es una palinodia de los dos primeros, una condena al amor mundano y carnal por ser incompatible con la moral cristiana y también a la mujer por ser la encarnación de todos los vicios y, fundamentalmente, la culpable del pecado.
La composición variopinta del De amore nos muestra su dimensión lúdica, donde se logra combinar cuestiones “serias” como las que podrían aparecer en las summae del siglo XIII con un espíritu lúdico y a veces risueño que emerge fundamentalmente en los diálogos del libro primero.
Además de ello, no solamente De amore puede interpretarse como una summa lúdica, sino también su objeto, el amor, es descrito por su autor como un juego. La idea del amor como juego es parte de la tradición erótica occidental, y así ha sido abordada desde obras judeocristianas como el Cantar de los Cantares, pasando por obras filosóficas como el Banquete de Platón, o literarias como El arte de amar de Ovidio, hasta llegar a los tratados eróticos árabes. De esta manera, el contexto del Capellán es propicio para una nueva interpretación lúdica. El amor es un juego reglado y practicado por la aristocracia noble del siglo XII, un juego ejecutado dentro del círculo mágico que ofrece la corte y que se lleva a cabo en un tiempo de ocio junto con otras actividades lúdicas, como la caza mayor o la práctica del ajedrez. Ya desde la etimología del amor, tomada de Isidoro de Sevilla, el Capellán nos presenta la actividad amorosa dentro del ámbito de la cacería. En los diálogos, el arte de obtener el amor a través de argumentos racionales y las reglas enunciadas allí configuran la esencia del juego amatorio: el matrimonio no es excusa válida para no amar, el que no siente celos no puede amar, nadie puede estar comprometido con dos amores, un nuevo amor destruye al anterior, etc. Todas estas reglas ofrecidas por el Capellán, no de manera directa sino a través de relatos alegóricos o míticos, son el momento donde la cultura explicita las reglas del juego del amor.
No obstante, en su último libro, el Capellán nos viene a decir que el juego que ha explicitado no debe ser jugado. El Capellán se convierte, utilizando el término propuesto por Johan Huizinga en Homo ludens (1938), en un aguafiestas, un rompejuegos que deshace el círculo mágico donde hombres y mujeres de la corte se habían encerrado por un tiempo. Ahora desde la moral cristiana, el Capellán le prescribe a su amigo Gualterio que una vez conocido el arte de amar debe abstenerse de él. La dimensión moral, religiosa y “seria” se yergue sobre la dimensión estética, lúdica y alegre de la vida para finalizar en una conclusión difícil de aceptar para el lector contemporáneo: para ganar en el juego (del amor) es preciso no jugarlo.